miércoles, 14 de septiembre de 2011

SOLO LOS RASTROS-POESIAS



LOS NIÑOS SIN RECREO

Las campanas de almas tiernas
inermes doblan despedidas.
A matinales niños
les han nublado el camino,
han destruido su botes,
sus corceles de viento
y sus nidos otoñales.

Ahora en ciudades
albicando utensilios,
decorando a otros niños
como limpiar el polvo
de claveles intactos.
A diario cavan sus vertientes
en su labor de adulto,
en su ternura sin recreo.

Ellos no tienen cometas,
domingos ni Navidades.
No tienen cartilla,
ni silla en qué sentarse,
sólo deletrean servir a sus amos.
Pero el patrón no sabe
si en el alma llevan
un volcán o un nevado.

Ya no cabe en sus ojos
la ausencia de la madre,
la indiferencia de los hombres;
ese duelo inclemente
a su edad prematura.





CANCIÓN DE SIEMPRE


El día ha amanecido sin ti
y como un manso río
va de piedra en piedra
llorando por dentro.

Tú animabas el viaje del mundo.

Tenías tanto de las madrugadas
que abren sus ojos inmensos
para mirarnos con una esperanza.
Pero ya no es posible
que tu corazón vuelva.

¿Y cómo sería la vida
si tu presencia todavía velara
mis horas tristes!
¿Cómo sería entonces
la semblanza de cada cosa
y hasta el último respiro
que los días atizan!

¡Y cuánto me querías
bajo este mismo cielo!

Ya no florean tus palabras
en el árbol de mi vida,
pero que así se quede.
Una vez nos quisimos años

y eso basta para recordarnos siempre.


RECUERDOS DE INFANCIA


Lo tierno que vuelve de antes
hoy es más tierno pero no dulce.

Hoy han vuelto las palomas
a su querencia añorada,
y al encontrarla deshabitada
con los tejados caídos,
los árboles deshojados
y los trigales ardidos.
¡Al ver todo en escombros!
Han caído como una sombra
a llorar sobre las piedras
y a escribir en las cenizas
con sus pisadas livianas.

Ahora ya no suben
a hacer su ronda en las nubes,
no danzan en sementeras
ni amanecen cantando
en las ventanas del cielo.
Ahora sólo ruedan
como crisantemas yertas,
sus voces se oyen como antaras,
y sus ojos han quedado
como vésperos apagados.
Ahora ya no cantan, ya no llaman,
ya no vuelan.
Apenas han subido a poblar
el campanario de mi enlutado corazón.



CANCIÓN DEL ALBA

El día ha amanecido sin ti
y como un manso río
va de piedra en piedra
llorando por dentro.

Tú animabas el viaje del mundo.

Tenías tanto de las madrugadas
que abren sus ojos inmensos
para mirarnos con una esperanza.
Pero ya no es posible
que tu corazón vuelva.

¿Y cómo sería la vida
si tu presencia todavía velara
mis horas tristes!
¿Cómo sería entonces
la semblanza de cada cosa
y hasta el último respiro
que los días atizan!

¡Y cuánto me querías
bajo este mismo cielo!

Ya no florean tus palabras
en el árbol de mi vida,
pero que así se quede.
Una vez nos quisimos años
y eso basta para recordarnos siempre.          

  EL COMIENZO
Viendo desfilar los años,
pregunté por mis sandalias
y sólo vi los pasos febriles del tiempo.

Veintitantas leguas recorriendo
y tal vez no he empezado.
Dije, desde mañana,
olvidando que en las sombras de hoy
gimen las palomas que partirán mañana
y esa vez no pude escalar las montañas.

El tiempo no reverdece,
es leña que se va quemando
en el horno de cada día,
donde los más amasan la harina
del pan anochecido.

Entonces y viendo nuestra libertad postrada,
comprendí que el tiempo
debe ser carbón sangriento
para forjar las dagas
en el propio yunque de nuestro sufrimiento,
para la hora decisiva.

Miré las altas colinas
blanquear en el crepúsculo
y me eché decidido a vencer las alturas.
El camino no va ni viene,
permanece en la mirada
y para empezar no hay hora que sea mala.
  



      LA LLUVIA
Hoy ha vuelto la lluvia
en su corcel gitano.
Viene desde los siglos
con las manos diamantinas
y el pecho transparente.

Todos salen a contemplarla
y a mirar sigilosos
sus acerados látigos.
Los niños en las callejas
juegan con sus rubíes
y beben sus blancuras
de las chorreras de sus senos.

Los callados labriegos
simban sus níveas trenzas
y leen en sus páginas
su propio destino.
La huraña regadora
tiñe de azul la estancia
y extiende su alegría
como un vuelo de golondrinas.

Hoy ha vuelto la lluvia
a tejer bajo el cielo
un manto de recuerdos
bordado de esperanzas.

Finalmente llora,
escribe en los tejados
y se va cabalgando
en los vientos glaciales,
se va desatando
en los ríos que bajan,
embriagados cantando
como en un día de fiesta.

Se va por las sombras
del poniente lejano,
se va levantando
sus pañuelos blancos.

Los hombres la contemplan
iluminados por el véspero,
ella mira al poeta
y se desvanece en el firmamento.



                    SOLEDAD



¡Soledad!
                  El sol se ha ido.
¿Y te acuerdas que a esta hora,
ella volvía consternada
como vuelve una paloma
a su cálido eucalipto?

La noche en el continente
torva se levanta y apenas se respira
por el túnel de la luna.

Soledad.
              Las blancas golondrinas
que trinando esperanzas
venían a alcanzarnos,
las ha desviado el viento
y se han quedado detrás de las colinas.

Soledad.
Ahora que sólo tengo los sueños
que se han ido, bajo la callada luna
tú serás mi compañía.


TU RECUERDO
 

Hoy el firmamento se deshoja
en una lluvia de nostalgias,
y en el horizonte asoma
un rosario de palomas
que viene de tempestades
a su viejo campanario.

Y yo, bajo el crepúsculo,
a la sombra de tu ausencia,
llorando sobre las huellas que dejaste
aferradas al mundo.

Era tan hermosa la vida
cuando tú vivías.

Cuando esperábamos el alba
al pie de las colinas
y sembrábamos quimeras
en los delgados surcos
de la esperanza.
Entonces cuando en las noches la luna
alumbraba nuestro cariño
y se iba sollozando
en busca del sol.

Era tan hermosa la vida
cuando tú vivías.

Cuando pintabas albores
en la semblanza de las tardes,
y yo labraba el camino
para tus pies inermes
y para un hijo que naciera mañana
y que ya no nacerá nunca.
Pues habías llegado
tan sólo para irte.

Amada, después de ti
sólo quedó el camino
y el horizonte ardido
para mi corazón bohemio;
distancias, polvo y colinas,
nada más.
Aún así, es tan dulce retornar
a ti, a tu luz
y a la calma en que moran
nuestros días incendiados.

Tu recuerdo es como el mar,
como la distancia,
como leer una carta y volver a amar;
como si estuvieras
dormida detrás de la mañana
y desde allí me regalaras
los sueños y la esperanza.

Tu recuerdo
es como si estuvieras abrazando
mi soledad con tu mirada,
tu mirada
hecha luz de todos los días;
como si estuvieras viéndome
recorrer el mundo como una nube,
como una nube
que va escribiendo tu nombre
 con la tinta de la lluvia.

Tu recuerdo es como si estuvieras
aquí, a mi lado, buscando
la nieve de mis manos
y la lava de mis ojos
para mejor mirarme
y amarme como me amabas;
como si estuvieras
aferrándote a mi vida
que era lecho de tu cansancio,
y sintiéndome ahogarme
como el sol en el ocaso,
amándote aún mucho más
de lo que te amaba.

                                FINAL 


                               Bebe ese nepente, y así todo olvida ahora!
   Dijo el cuervo: “Nunca más!”                                                                                      Edgar A. Poe.

Cuando mis ojos no adviertan la claridad de tu existencia                                                                  
y mi silla se envejezca empolvada de mi ausencia.

Cuando la humedad del rocío amanezca en tus cordeles
y mi camisa no se extienda como una nube entre tus
        manos.

Cuando ovilles mi camino con los hilos de la lluvia
y mis ojos ya no pinten la nirvana de tu mirada.

Cuando las campanas del tiempo nos llamen todavía
y las aletas del reloj sean una espera interminable.

Cuando mis pies dormiten bajo la arcilla de un paisaje
y mis zapatos vacíos contemplen tu día muelle.

Cuando mis sueños se deshojen como pétalos de un
        geranio
y mis penas se hayan ardido en el incienso del olvido.

      ¡Olvídame!


                         ROTACIÓN

Rotación,
mi reloj atisba las fisuras de mi bolsillo,
y se mustia cuando la plata me da la mano
para despedirse.
Tantas veces me ha visto andar taciturno
viendo arder la leña de mis horas grises;
me ha visto mojarme en la lluvia del alma
y arrancarle a la sombra destellos de esperanza.
Mira la arruga obscura de mi propio abismo
y se abraza como un niño de mi lánguida muñeca.

Rotación,
y mientras tú ovillas las estaciones de mi viaje,
él marca con sus remos tus pasos fluviales,
y mientras tú señalas el rumbo del planeta,
él busca en sus archivos la edad de tu oceanía.

A veces recuerda cuando estuvo ausente
en playas glaciales,
y se para a contemplarme sigilosamente,
yo, mis ingratitudes le pido que olvide
y él, con acto romántico
se echa la bufanda al hombro
y empieza a silbar la melodía del tiempo.

Hoy va alegre y presuroso.
¡Cuándo se irá para siempre!
Rotación, mi reloj es un velero,
el día menos pensado anclará en algún puerto.
tú y yo somos dos cauces en el universo,
somos árbol y labriego, escultor y cantera,
somos hombre y somos río. ¡Nada podrá detenernos!

                              SENDA

Qué difícil había sido llegar a ser árbol
y recibir con una sonrisa cada cosa que nos da
o nos niega la vida.

Qué difícil había sido tener los horizontes
y sudar en suelo ajeno, mojarse con el frío
y secarse con el llanto, tan sólo para mañana
soñar en otras latitudes.

Desde entonces voy con la incertidumbre
de conversar con el camino,
con mi corazón y su sueño,
su relámpago apagado en el agua del tiempo.

Desde entonces duermo como un leopardo,
y acecho bajo los astros buscando entre los limbos
las huellas de un camino donde esperar el día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario